Que heredó el sombrero de tantos otros que, como él, habían soñado con la libertad, aquellos que tuvieron el corazón rebelde y la pluma sosegada, la mano tendida y el ojo avizor.

El hombre del sombrero vino a verme no hace mucho. Me pidió aunar nuestras plumas y yo, que nunca tengo un no para mis sueños, decidí aventurarme en este camino en el que intentaré que nuestra tinta sea capaz de expresarse con claridad entre tanto código binario. Así será como yo, J PUNTO M PUNTO T PUNTO M PUNTO (pueden llamarme Txema), seré una especie de Robin, de Sancho Panza, un humilde portavoz del hombre del sombrero, cuyo mensaje rescato de lo más profundo de mi instinto para hacerlo correr entre pupilas ajenas.