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El hombre del sombrero

Héroes y canallas

Héroes y canallas

Uno se siente mucho más tranquilo sabiendo que vive en un país de héroes.

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Tras ver las imágenes del agresor del tren, no ha quedado foro público en el que no se haya hecho alarde de una ética extraordinaria mostrando al mundo la cobardía del único testigo que se ve en las imágenes y asegurando que en el mismo caso, aquel que acusa con el dedo, hubiera actuado de forma totalmente distinta, imagino que sacando el traje de superman que todos llevamos siempre en la cartera.

El otro día, ese único testigo habló (gratuitamente) para un programa de televisión. Explicó su historia y su versión de los hechos. Resulta que por varios motivos, entre ellos el de ser homosexual, tuvo que ir alejándose de su pueblo natal por impedírsele su desarrollo como persona, hasta que recaló, por amor, en Catalunya. En un año y medio se ha aclimatado perfectamente a la sociedad catalana, hablando incluso el catalán con bastante fluidez.

El día de la agresión volvía del trabajo en el tren, escuchando su mp3. Reconoció haber visto parte de la agresión y haberle dicho a la muchacha, cuando el delincuente se fue, que denunciase el hecho a la policía porque había cámaras que lo habrían grabado todo. Afirmó también que la chica llamó a la policía en su presencia, por lo que él ni se planteó poner una denuncia posteriormente. Ante la pregunta de por qué no hizo nada para detener al agresor él vino a responder, sencillamente, algo así como: “era mucho más alto que yo, más fuerte y tuve miedo”.

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Quizás tocara decir ahora que yo hubiera salvado el mundo en esa situación, que hubiera salido con la chica en brazos, entre una nube de fotógrafos, a cámara lenta, repeinado y marcando paquete, quién sabe… La cuestión es que el chaval hizo o no hizo lo que él creyó que debía o no debía hacer y que por lo pronto me parece más valiente lo demostrado a grandes trazos en su trayectoria vital que la actitud simplona, fácil, prepotente y ventajista de los que son muy valientes hablando delante de un micrófono.

Apuesto a que muchos de ellos han presenciado situaciones injustas en numerosas ocasiones y que tienen aún bien dobladito su traje de superman en la cartera. El verdadero héroe no necesita disfrazarse para serlo ni requiere de situaciones extraordinarias para demostrarlo, el verdadero héroe pelea cada día contra las injusticias cotidianas. Eso es a lo que deberíamos aspirar, eso es a lo que no solemos llegar nunca.

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Uno se siente mucho más tranquilo sabiendo que vive en un país en el que se acaba desenmascarando a los canallas.

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