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El hombre del sombrero

DIETARIO CRÓNICO

Sudores fríos

Es paradójico que el calentamiento global pueda llegar a provocar sudores fríos...  

Uno no es experto, ni de lejos, en todo lo que concierne al calentamiento global, el cambio climático, el agotamiento de los recursos, etc. Por lo tanto, pretender analizar el tema en el ámbito de lo científico sería demasiado ambicioso para mí, que no quiero caer preso de aquella máxima que afirma que no hay nada más osado que la ignorancia. Así que únicamente opinaré. 

Por lo que alcanzo a saber entre los expertos hay bastante consenso en cuanto a tomar como verdaderas todas las alarmas encendidas alrededor de este tema, aunque por lo visto también hay otros entendidos que afirman que esto no es más que una evolución natural del planeta y que la intervención humana no tiene nada que ver con tal proceso, digamos, biológico. Ante este planteamiento, pienso que lo lógico sería tomar las medidas oportunas haciendo caso de los primeros, ya que eso podría reconducir la situación si éstos tuvieran razón y, en todo caso, esas medidas no perjudicarían en nada al planeta si al final tuvieran razón los segundos. 

Lo que sí me parece preocupante es la actitud, mostrada por algunos, de menosprecio absoluto a los que defienden la primera teoría. Es como si viniera un fontanero a casa, te dijera que tienes que cambiar las tuberías porque están a punto de romperse y tú, sin plantearte siquiera la posibilidad de que ese buen hombre tuviera o no razón, le cerraras la puerta en las narices y te fueras al sofá del salón a fumarte un buen puro, tomarte una copa y reírte con tus invitados de lo exagerados que son los fontaneros. No sé ustedes, pero yo prefiero tomarme en serio al fontanero e intento re-educarme a mí mismo en el reciclaje, en el ahorro del agua, la energía, etc.  

Y si algún día descubro que el fontanero se equivocaba… ¡brindaré por ello! Pero por lo pronto prefiero esforzarme en no morir ahogado por prepotente, aunque llegado el momento, si todo sale mal, pagaré por mi prepotencia pasada, sus vestigios presentes y futuros, y por la prepotencia de la sociedad en la que vivo y de la que soy, en cierta manera, también responsable, como todos.

Recuerdos de una guerra. El debe y el haber

El que suscribe no es sospechoso de nada y nunca ha ocultado la franja morada que lleva cosida en el corazón, por lo que se siente libre de decir lo que cree verdad y juicioso en el asunto de la memoria histórica. 

Poca cosa puede tener un país más importante que su historia, por lo que es justo y necesario que esa historia pase de generación en generación sin caer en lecturas parciales e interesadas. Durante muchos años la historia de la Guerra Civil fue explicada como quisieron los que la ganaron, por lo que ya es buena hora de que ese cuento que intentaron colarnos sea subsanado y reescrito acorde con lo que en realidad sucedió. Por lo tanto, estoy de acuerdo con que hay que revisar todo lo acontecido y hay que intentar compensar a quienes fueron humillados por aquellos que, no lo olvidemos, se levantaron contra un estado legalmente constituido. Además, estoy seguro de que eso no traerá, como auguran algunos manipuladores del miedo, una catastrófica división entre los ciudadanos, al menos no más honda que la división inherente (y en cierto modo maravillosa) al propio concepto de nuestro estado, el de las dos españas. 

Lo único que este humilde españolito pide es que no caigamos en el error de aquellos a los que criticamos y que seamos lo suficientemente valientes como para llamar a las cosas por su nombre y reconocer que los que perdieron también derramaron sangre innecesaria y disfrazaron con la bandera republicana verdaderas barbaridades y atentados contra la dignidad y la vida.

Si conseguimos llamar al pan, pan, y al vino, vino, el que suscribe se sentirá aún más orgulloso de pertenecer a un estado en el que se aprende de los errores y se acepta la contradicción de la propia existencia, lo bueno y lo malo de cada uno, y en el que no nos tiembla el puño al escribir sobre nuestra memoria tanto el debe como el haber.

El camino de vuelta (postal para Maragall)

Bienhallado Pasqual, te envío una postal desde el campo de batalla. Espero que a la recepción de la misma estés bien y feliz.

Por aquí todo igual, seguimos en la frontera, intentando echarla abajo. A un lado nos acusan de llevar una estrella oculta bajo la solapa, al otro lado de llevar un águila en la manga. Qué te voy a contar… Pero no te preocupes, tú disfruta de tu camino de vuelta al lado de los tuyos, que quizás sea el último y mereces andarlo libre de preocupaciones. Ahora nos toca a nosotros inventar un mundo que tanto las estrellas y las águilas puedan sentir como propio. Tú nos enseñaste que la verdadera política tiene que ir más allá de los partidos y un paso por delante de la sociedad para poder cambiarla, ahora sueño, sinceramente, con que tú seas capaz de ir un paso por delante del Alzheimer.

Un abrazo afectuoso desde esta trinchera crítica, que también fue tuya.