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El hombre del sombrero

REFLEXIONES

Reflexión sexta (tema Fidel Castro)

Reflexión sexta (tema Fidel Castro)

Cualquier totalitarismo me provoca animadversión, pero me duelen mucho más cuando encima se venden promesas de libertad a cambio de cerrar el pico y cuando se iguala a la sociedad, sí, pero “por abajo”, alejando cada vez más a los ciudadanos de las élites que, hipócritamente, se aprovechan del sistema creado a imagen y semejanza de sus mentiras. Todo lo bueno que pudo ofrecer Castro a la sociedad en su momento lo malvendió al convertir lo que debía ser un viaje colectivo en una cruzada individual y obstinada contra el capitalismo.  

Esperemos ahora que Cuba cubra esta etapa y encuentre una vía en la que desarrollarse socialmente. Eso sí, sin tener que caer presa de EEUU, que está frotándose las manos, a la espera de poder enviar algún caballo de Troya entre los que desembarquen en el futuro en la isla para reincorporarse a su rutina gubernamental. Por último, me encantaría que en el proceso de desfidelización Cuba encuentre manos extranjeras (entre ellas alguna española) que se ofrezcan a ayudar sin el único interés económico de posicionarse bien en la apertura al capitalismo de la isla, aunque soy bastante pesimista al respecto y creo que todo el mundo está, como buitres, a la espera de poder sacar tajada con todo esto.

Desde aquí, mucha suerte a la ciudadanía cubana.

Reflexión quinta (volviendo al tajo)

Demasiada ociosidad no podía ser buena. Está bien tomarse un respiro de vez en cuando, pero había que retomar la actividad con la mayor celeridad posible. Si no… se corría el riesgo de que el motor calase.

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Reflexión cuarta (soltando lastre)

Reflexión cuarta (soltando lastre)

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De golpe comprendió que para pensar en el futuro debía vivir el presente sin el subyugarse que en ocasiones implica el pasado. No cabía duda, había que soltar lastre.

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Pero no se trataba de hacer borrón y cuenta nueva, sino de finiquitar etapas, acciones, promesas que habían ido acumulándose, irresolutas, por uno u otro motivo, más o menos importante. Así que escribió una lista de tareas pendientes. Desde el principio supo que quizás esa lista no podría resolverse nunca al completo y que el día a día iría, incluso, llenándola de nuevo, pero no se trataba de ser perfectos, sino de ser operativos para optar siquiera a ello.

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Quién hubiera dicho hacía sólo unos minutos que aprender a eliminar archivos temporales para que la velocidad de Internet continuase siendo idónea iba a darle una lección de vida…

Reflexión tercera

Al ver cómo había quienes recibían su cabezonería como un síntoma inequívoco de su deseo de poseer en todo momento la razón, no tuvo más remedio que despertar y comprender que era ya el momento de solucionar la asincronía existente entre sus intenciones interiores de defender su postura dentro de un debate prolijo en el que no supone problema para ninguna de las partes modificar su postura inicial si el peso de los argumentos del contrario son lo suficientemente convincentes y la percepción exterior de que esas intenciones se disfrazan de comprensivas en un clima de debate con la única finalidad de parecer permeables para poder, en definitiva, concluir que su postura inicial era la correcta sin aceptar en ningún caso cualquier argumento modificador por parte la otra parte interlocutora, válgase la redundancia.

Por eso decidió no justificarse demasiado, aceptar su falta de habilidad y trabajar para aprender a expresarse con exactitud tanto en el fondo como en la forma, así como en los matices correspondientes y en la traslación de sus intenciones.

Reflexión segunda

Tras reencontrarse con un viejo amigo y compartir mesa con él quiso entender por qué a veces no se cuida lo que más se ama. Tal vez la vida ajetreada de hoy en día, tal vez lo complejo de la edad adulta, el trabajo, las facturas… Llegó a pensar que quizás se equivocaba al creer amar algunas cosas cuando tal vez únicamente amaba el placer de recordarlas… Tras dar vueltas y vueltas no encontró respuesta alguna. Pero tampoco le importó. A partir de ese momento decidió dedicar más  tiempo a cuidar lo que creía amar que a intentar saber si de verdad lo amaba. Por eso aquel “hasta pronto” no sonó a mentira.

Reflexión primera

Buscó en su interior una primera verdad, un alivio para la fragilidad de la existencia, y lo único que encontró fue miedo. Entonces se levantó feliz. El camino estaba claro: la ignorancia produce el miedo, pero él ya no ignoraba que lo tenía.