El orfanato, miedo del bueno
No entraré en detalles, nunca me ha gustado que me desvelen los secretos de una película antes de verla, así que no seré yo el que os fastidie esta historia. Tan sólo comentaré algunas sensaciones.
En los primeros compases de la película tuve la sensación de que quedaba un camino gris por delante, que sería un querer y no poder. Pero a los pocos minutos, a medida que avanza la trama y que la acción se desarrolla, los conceptos van asentándose, los actores van cogiendo cuerpo y el ritmo te deja enganchado a la butaca con un hilillo de respiración (lo justo para ir tirando) e inmóvil (para aguantar mejor los imprevistos).
Y creo que esa sensación no sólo me atrapó a mí. Era espectacular el silencio de toda la sala en los momentos cumbre, así como la actitud simultáneamente sosegada y nerviosa de todos los que estábamos en el cine una vez acabada la película. La sala se vació sin ruido. Aunque si el latir de los corazones y las vueltas a la cabeza emitieran sonidos externos ese éxodo hubiera sido un alboroto extraordinario, porque este film es de los que dejan huella en el corazón y en la cabeza.
Cien por cien recomendable.
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